sábado, 17 de abril de 2010

La Historia del Submarino San Luis


ALEJANDRO MAEGLI y el Submarino "San Luis"

Testigo fundamental de una batalla submarina -

* Quién es: durante la Guerra de las Malvinas fue jefe de comunicaciones del submarino San Luis. Hoy es contralmirante y director ejecutivo de la Dirección General del Material Naval. Tiene tres hijos: Alejandro, María Leonor y María Inés.

A continuacion la Impresionante historia de un submarino argentino en Malvinas.

Narra la historia, los combates y ataques del Submarino "San Luis" y su tripulación durante la Guerra de Malvinas. Desesperante... que feo que debe ser un submarino dios...

* Qué le pasó: el San Luis intentó pelear con torpedos que no funcionaban, y fue perseguido y atacado por la Royal Navy. El San Luis era comandado por un ídolo de Maegli, el capitán Fernando Azcueta.

A las siete y media de la mañana, Alejandro Maegli estaba a punto de entregar la guardia y meterse en la cama cuando de pronto el sonarista del submarino le dijo una frase que lo dejó helado: "Señor, tengo un rumor hidrofónico".

El teniente de fragata pegó un respingo queriendo creer que el operador se había equivocado.

A veces las ballenas o el krill producen "rumores biológicos" y pueden confundir al más experimentado de los técnicos del sonar. Pero el ruido venía del Noreste y sus características se iban confirmando con el correr de los minutos. Maegli era jefe de comunicaciones y tenía la obligación de despertar al comandante. Lo hizo: "Despiértelos a todos, uno por uno, y colóquelos en sus puestos de combate", le ordenó el capitán.

A Maegli se le puso la piel de gallina. En ese momento sólo podía sospechar lo que iba a ocurrir. Pero no podía saber con certeza que comenzaría la primera batalla submarina del Atlántico Sur, que venían hacia ellos helicópteros ingleses a ras del mar, seguidos de cerca por los buques de la Royal Navy, y que los esperaban veintitrés horas de miedo, suspenso, persecución y explosiones.

Era el 1° de mayo de 1982 y el submarino ARA San Luis tendría su bautismo de fuego en la Guerra de las Malvinas.

Maegli es hoy contralmirante y director del Area Material Naval, y tiene a su cargo la difícil decisión de reparar o sacar de servicio para siempre a esa nave llena de fantasmas que espera en silencio, roja por la pintura antióxido, en una dársena del puerto de Buenos Aires. ¿Cómo resolver con la cabeza un asunto del corazón?

Alejandro encontró su vocación en Mar del Plata a los cuatro años, durante una visita escolar. Un submarino reposaba en silencio, pero traía consigo ecos de aventuras, y Alejandro se metió luego en la Escuela Naval con el único propósito de surcar bajo el agua los mares del mundo. Hizo una experiencia en un buque barreminas. "Para ser oficial barreminas no hay que ser loco, pero te ayuda bastante", dice el refrán. Y después sirvió en un buque de apoyo. Finalmente, ingresó en la Escuela de Submarinos, que es muy exigente, y aprendió de memoria, uno por uno, los múltiples mecanismos internos de esa nave.

La primera vez que entró en el San Luis todo se le venía encima. Parecía realmente un lugar de confinamiento. El submarino es un cilindro que mide 50 metros desde el timón a la proa, 11 metros desde la quilla hasta el tope de la vela y 5 metros con veinte centímetros de lado a lado: ése es el diámetro de un caño donde deben vivir, trabajar, dormir y recrearse treinta y cinco hombres durante semanas y, a veces, meses de misión submarina. Travesía en la que se habla en voz baja, se come poco "porque la navegación te quita el hambre", y donde luego de la vibrante marcha en superficie y las maniobras de inmersión sobreviene una extraña serenidad espacial.

El submarino había sido comprado a Alemania en los años setenta, había llegado desarmado a la Argentina y había sido montado pieza por pieza en Buenos Aires. Pero para la época de Malvinas presentaba algunos problemas: no podía desarrollar velocidades de inmersión superiores a los 14 nudos y uno de los cuatro motores diesel que permiten cargar las baterías a través de un snorkel no funcionaba. Así y todo, Maegli no estaba tan preocupado por estas limitaciones como por su mujer, que estaba a punto de dar a luz. En marzo de 1982, ese padre primerizo, que apenas tenía 27 años, tuvo que zarpar en misión de adiestramiento y subirse por las paredes del submarino esperando la buena nueva. Estaban haciendo ejercicios con tres corbetas cuando llegó la noticia de que había nacido su hija María Inés. Los festejos a bordo fueron discretos, pero afectuosos.

A mediados de mes llegó otra orden: debían suspender los simulacros y retornar a Mar del Plata. Un amigo se lo encontró en tierra. Partía al día siguiente en el submarino Santa Fe. "Flaco -le dijo a Maegli en un susurro-me voy a Malvinas." Alejandro sospechaba que algo grande se avecinaba, pero no tenía tiempo de meditar demasiado: corrió a ver a su mujer y a conocer a su hija, y los acontecimientos del 2 de abril lo sorprendieron como a casi todos nosotros. Sintió entonces una íntima contradicción: alegría patriótica mezclada con angustia y extrañeza. Hacía pocos meses había confraternizado con los oficiales del submarino inglés HMS Endurance, que había hecho escala en Mar del Plata. El Endurance atacaría luego, con torpedos y el apoyo de helicópteros, al submarino Santa Fe.

Recibieron la orden de alistarse contra reloj y hacerse a la mar el 11 de abril. Salieron de noche, con órdenes secretas. Cuando abrieron el sobre descubrieron, tragando saliva y con los ojos bien abiertos, que debían patrullar el "Area Enriqueta", frente a Puerto Deseado. La luna brillaba en la dársena: navegaron hasta la altura de cabo Corrientes y se sumergieron. Maegli preparó las cartas de navegación y leyó la consigna: "Autorizado uso de armas en defensa". No podían atacar a nadie, porque las negociaciones diplomáticas no se habían agotado. Pero ese despacho lo obligó a procesar psicológicamente el hecho de que por primera vez no se trataba de un entrenamiento: era la guerra.

Pasaron varios días haciendo recorridos y subiendo el snorkel media hora para obtener energía y oxígeno: ésos eran los momentos de mayor vulnerabilidad de la nave. Luego todo fue esperar y madurar la idea del combate. Salvo, claro está, cuando sucedió lo imprevisto: una avería en la computadora de control de tiro. Llevaban a bordo 10 torpedos alemanes y 14 estadounidenses. Pero sin esa computadora, la única alternativa era lanzarlos de manera manual. Trataron de repararla, pero no tenían a bordo los elementos con qué hacerlo, y el 27 de abril recibieron otro mensaje: "Destacarse y ocupar «Area María». Todo contacto es enemigo".

Eso significaba que debían desplazarse a una zona cercana a la isla Soledad y que allí no había buques argentinos. Cualquier "rumor hidrofónico" tenía entonces que ser, forzosamente, una nave inglesa, y la orden era dispararle, sin dudar.

El 1° de mayo Maegli juntó a todo su equipo de informaciones de combate. Se sentaron alrededor de una mesa minúscula y él descubrió que le temblaban las piernas y que no podía levantar la cara. Cuando la levantó vio que sus camaradas estaban en idéntica actitud de pánico. Vadeó como pudo ese pantano y comenzó la reunión de análisis. Luego se colocó los auriculares: el blanco venía hacia ellos y el comandante ordenaba preparar tubos de torpedos y movimientos submarinos para encontrar la mejor posición de tiro. En un momento, el sonarista oyó explosiones y hélices de helicópteros. Se aproximaban tres helicópteros antisubmarinos con los sonares desplegados y largando cargas de profundidad a ciegas. A medida que analizaban los sonidos y señales se daban cuenta de que los Sea King avanzaban abriéndoles camino franco y seguro a varios buques británicos de guerra. Cuando estaban a 9000 yardas, Maegli le dijo a su capitán: "Señor, datos de blanco ajustados". El comandante gritó: "¡Fuego!" Y el torpedo salió disparado con trepidaciones y ruidos escalofriantes. Llevaba consigo un cable de guía a través del cual se podía teledirigir su dirección. Pero a los pocos minutos un oficial informó que el cable se había cortado. El torpedo seguía ahora corriendo, aunque de manera autónoma, y estaba programado para ir ascendiendo con el objeto de asegurar el impacto. El problema es que, al hacerlo, se hacía visible. En cinco minutos absolutamente todos los buques ingleses desaparecieron del sonar, y el torpedo se perdió en la nada.

No era difícil para los helicopteristas ingleses ver el trazado del disparo y calcular la posición del San Luis. A Maegli se le secó la boca. Pasarían de cazadores a presas en segundos; los ingleses, a gran velocidad; los argentinos, en cámara lenta.

El capitán ordenó evasión a toda máquina y el sonarista dijo: "Splash de torpedo en el agua". Les habían disparado y ya se sentían los sonidos de alta frecuencia que el proyectil inglés emitía al acercarse. "Máxima profundidad", ordenó el comandante. Y a continuación mandó lanzar falsos blancos. Se usaban señuelos, pastillas gigantes que en contacto con el agua hacían burbujas y confundían con sus ecos apócrifos. Los llamaban "Alka Seltzer". Después de expulsar los dos señuelos, el sonarista informó de algo que galvanizó a todos: "Torpedo cerca de la popa". Maegli pensó: "Cagamos, nos está persiguiendo, nos va a reventar". El sonarista agregó: "Torpedo en la popa".

Diez segundos y un año después, el operador dijo, con su voz metálica: "Torpedo pasó a la otra banda". Una alegría silenciosa, un cierto alivio recorrió el cilindro: el torpedo inglés había pasado de largo y se perdía en el mar. Se habían salvado por un pelo.

En ese instante mismo comenzó el hostigamiento. Los Sea King se acercaron lanzando sus cargas y sacudiendo el océano. Tiraban todavía sin tener la posición exacta del San Luis, que bajaba y bajaba. Pescaban con bombas a unos quinientos metros del mentón del teniente Maegli. El submarino fue reduciendo su velocidad y se asentó con un golpe en el fondo de arena. Cada veinte minutos los helicópteros llegaban y soltaban sus explosivos, reemplazándose los unos a los otros en la tarea durante horas y horas. Las ondas expansivas no llegaban y entonces el máximo problema era el oxígeno. Sin poder sacar el snorkel, el dióxido de carbono subía y el peligro aumentaba. El comandante ordenó que la tripulación abandonara sus puestos de combate y se metiera en la cama: había que gastar lo menos posible. Meterse en la cama y dormir en un submarino que está en el fondo del mar y al que le siguen disparando debe ser una de las experiencias más inquietantes de la vida. A pesar de ella, Maegli pensó: "El problema no es el miedo sino cómo controlarlo", y se quedó dormido.

Veintitrés horas después del primer "rumor hidrofónico", el sonarista anunció que el área estaba despejada. El San Luis emergió a plano de periscopio, sacó el snorkel y la antena, y recibió la triste información de que habían hundido al Santa Fe en las Georgias. El teniente pensó en su amigo y en los oficiales del Endurance, y luego no pensó más que en hacerse fuerte y seguir haciendo su trabajo. "Ya teníamos callosidades en el alma, ya éramos diferentes", dice hoy, al recordar aquel bautismo de fuego.

Cinco días más tarde, en un teatro de operaciones infestado de naves enemigas, los sensores acústicos volvieron a detectar "ruido hidrofónico". "Posible submarino", dictaminó el operador. Y el comandante ordenó de nuevo que todos ocuparan sus puestos de combate y que el San Luis avanzara hacia el blanco, que tenía un extraño comportamiento zigzagueante. "Blanco alfa muy cerca", dijo el operador. Estaba a unos 1500 metros. Dispararon un torpedo antisubmarino de recorrido corto y escucharon una detonación tremenda. Pero nunca pudieron determinar a qué le habían pegado.

En la madrugada del 11 de mayo, Maegli estaba nuevamente de guardia cuando el sonar detectó una fragata misilística que venía del Este, y al rato otra del Norte. Todos estaban en sus puestos. Y allí, provisionalmente en pausa de combate, les sirvieron un memorable arroz con tomate que los submarinistas comieron con los músculos en tensión, como si fuera lo último que probarían antes de morir. Luego comprendieron que los dos buques británicos convergían sobre el estrecho de San Carlos y el capitán ordenó atacar el blanco más cercano a la costa. "¡Fuego!", volvió a gritar, a una distancia de 5200 yardas. Tardó tres minutos en cortar cable. Pero todos los tripulantes acompañaban mentalmente la corrida del torpedo. Hasta que, de repente, Maegli escuchó un clanc. Un alarmante ruido de chapa. El sonarista informó que los blancos huían a toda máquina. El proyectil había pegado en el casco, pero no había explotado. El proyectil, una vez más, no estaba en buenas condiciones. Los dos buques ingleses venían de hundir con artillería al ARA Islas de los Estado, un barco argentino que transportaba municiones y combustible de avión. Habían muerto más de veinte hombres en ese naufragio.

Cuando el capitán comunicó al Comando de Operaciones Navales las fallas del torpedo y les recordó las dificultades en el sistema de tiro, recibió una directiva terminante: volver a casa. Regresaban a Puerto Belgrano de noche y en silencio: no habían logrado hundir ningún buque y aunque habían provocado, tal como confesaron luego los ingleses, una verdadera psicosis en el mar y habían logrado retardar con su amenaza submarina el desembarco en las islas, llevaban un regusto amargo. "La prevención, el desgaste de energía y el temor que genera un submarino es terrible", me explica el contralmirante Maegli; se nota que aquella amargura no se le ha borrado de la boca.

Atracaron en secreto en la base naval y comenzaron a realistar el San Luis, metiéndolo a dique. El teniente llegó estresado, barbudo y con la misma ropa con que había salido de Mar del Plata a su departamento de casado, y durante una semana no respondió preguntas ni salió de la cocina de dos por dos: sólo se sentía seguro en lugares reducidos.

Nunca el San Luis pudo volver al teatro de operaciones. Trajeron a dos expertos para repararlo, pero tardaron cuarenta días y eso dejó al submarino y a su tripulación fuera de la guerra. El 14 de junio los tapó la tristeza. Maegli siguió prestando servicio en el San Luis, y en 1983 lograron que los técnicos alemanes revisaran los mecanismos, explicaran las razones de los desperfectos en sus torpedos y en el sistema de tiro que habían fabricado, y pudieran hacerse las modificaciones necesarias.

Alejandro siguió una larga carrera de perfeccionamiento profesional. Fue comandante del ARA Salta -gemelo del San Luis-, director de la Escuela de Submarinos y agregado de Defensa en Canadá. Un amigo de Ottawa le regaló un libro donde figuraban las grandes batallas submarinas de la historia. Un historiador británico, especializado en el tema, narraba las dramáticas aventuras de un submarino argentino que había escapado de milagro al acecho de la Royal Navy: el San Luis. Maegli no quiso leerlo así como no quiere visitar el submarino rojo que duerme en un astillero de la Costanera Sur a la espera de ser convertido en un museo o regresar al mar. "Es viejo, pero no es anticuado -lo defiende el director de Material Naval de la Armada argentina-. Si me preguntás qué quiero te respondo algo muy simple: sólo un buen final."

Volvió al astillero para hacerse unas fotografías. Pero lo hizo a regañadientes. Las ánimas vestían de rojo. Costó hacerlo subir al puente del San Luis. Maegli finalmente subió y recordó en un pestañeo el momento exacto en el que se abrió la escotilla y salió a la luz después de 37 días sumergidos en el Atlántico Sur sin ver el océano ni el cielo ni el sol. Maegli asomó su cara agotada de 1982 y respiró profundamente. Lo sorprendió en ese momento el olor puro del mar. El imborrable olor de la vida.

jueves, 15 de abril de 2010

HUNDIMIENTO DEL CRUCERO "GRAL BELGRANO"


El 2 de Mayo a las 17 se hundió y se llevó consigo la vida de 323 argentinos. Dicen que el buque esperó que se completara el abandono y cuando las 9.000 toneladas de agua que lo inundaron en menos de una hora lo tumbó definitivamente, giró con suavidad hacia las profundidades sin afectar ninguna de las balsas que lo rodeaban.

El Belgrano

El crucero “Belgrano” fue botado el 12 de marzo de 1938 en los Estados Unidos, con el nombre de “Phoenix”, en homenaje a la


ciudad homónima, capital del Estado de Arizona. En 1950 fue adquirido junto a otra unidad gemela, el crucero A.R .A. “9 de julio”, por el estado argentino. El 12 de abril de 1951 se realizó en la Base Naval de Filadelfia, la afirmación del pabellón, pasando a llamarse “17 de octubre”.

Finalmente ambos cruceros arribaron a aguas argentinas el 5 de diciembre de 1951, conformando la fuerza de los cruceros. El 24 de octubre de 1952, en el puerto de Buenos Aires, recibió en donación su bandera de guerra, del entonces Ministerio de Aeronáutica.

Este pabellón lo acompañó en los cuarenta y dos años de servicio que le dio a la Armada Argentina. Hoy este pabellón se encuentra junto a su casco en la profundas y gélidas aguas del Atlántico Sur.

En septiembre de 1955, cambio su nombre por el de “Crucero Belgrano”, nombre ligado a la tradición naval. En 1969 fue designado buque insignia de la Flota de Mar, desde entonces cumplió funciones de búsqueda y salvamento; como buque logístico y transporte de tropas, entre otras. Por sus cubiertas navegaron más de diez mil hombres de la Armada.

Malvinas, su participación y desenlace

Desencadenados los hechos del 2 de abril de 1982, zarpó el 16 de ese mes hacia el sur con rumbo a la Isla del os Estados con la misión de defender la línea de costa de un eventual desembarco inglés. Además debía vigilar los accesos australes al teatro de operaciones Malvinas e interceptar unidades que intentaran acceder.

El 22 de abril con el fin de mantener su reserva de combustible y efectuar un reabastecimiento logístico atracó en Ushuaia, su ultimo puerto. Zarpó al amanecer del día 24 rumbo al norte de la Isla de los Estados donde se reunió con los destructores ARA “Piedrabuena” y Bouchard”; el aviso ARA “Gurruchaga” y el petrolero YPF “Puerto Rosales”.

El 2 de mayo lo sorprendió navegando al sur del banco Burwood. A las 5.30 el crucero recibió la orden de poner rumbo hacia el oeste. A las 16.01 de ese día un torpedo hizo impacto en su casco y un segundo torpedo arrancó prácticamente 15 metros de su proa. Inmediatamente comenzó su inclinación hacia babor, cesó su fuerza motriz y se apagaron sus luces.

Su escora comenzó a ser más pronunciada, en tanto que su tripulación se agrupó en cubierta.

En varias oportunidades los tripulantes bajaban a cubiertas inferiores para prestar ayuda, por lo cual nadie pasible de ser socorrido quedó sin asistencia. A las 16.20 su comandante dio la orden de abandono.

Por ese momento el crucero tenía ya una inclinación de más de 20 grados y comenzaba a hundirse. Su hundimiento se produjo definitivamente a las 17 horas. Casi un día después las unidades de rescate encontraron las balsas salvavidas. De los náufragos 770 salvaron su vida mientras que 323 tripulantes ofrendaron su vida, convirtiéndose en héroes nacionales al cumplir el juramento de dar la vida por nuestra Patria.

El lugar de hundimiento del Crucero ARA General Belgrado fue declarado por el Congreso Nacional en 2001 como lugar histórico nacional y tumba de guerra.

La nobleza del buque

El 2 de mayo de 1982, el buque de la Armada Argentina General Belgrano se hundía en el Altlántico Sur, cuando participaba de la guerra de Malvinas.

Después del impacto de torpedos de las tropas inglesas, los heridos fueron transbordados a las balsas en delicada maniobra mientras las escalas, redes, cabos de cáñamo o saltar sobre el techo reforzado, fueron variantes usadas para llegar a las balsas por quienes conservaban sus energías.
Algunas embarcaciones pegadas al casco por estribor encontraron que el viento les dificultaba despegarse y otras fueron arrastradas hacia la proa destruida; una de ellas terminó pinchándose con las astillas de acero y los ocupantes debieron lanzarse al agua para llegar a otras balsas.

En ese intento cada uno perdió más del 50% de la capacidad motora y la ayuda debió multiplicarse para izarlos a bordo casi inanimados.

El movimiento provocado por las olas hizo imposible mantener amarradas entre sí a las balsas y debieron cortarse rápidamente las sogas que las unían por grupos, a fin de evitar que se rompieran los flotadores. Esa misma marejada impidió la visión y comunicación entre las balsas. Algunas quedaron sobrecargadas con treinta personas y otras subocupadas con no más de tres.

La popa sumergida y la gran escora anunciaban una vuelta campana del buque que podría formar un vacío y arrastrar al fondo del mar las balsas más cercanas. Ese riesgo aumentaba minuto a minuto. Gruesos chorros de vapor escapaban por las aberturas y muchos escucharon explosiones, posiblemente por el contacto del hierro caliente con los 0º C de temperatura del agua de mar.

Cuando ya nada quedaba por hacer a bordo, ni por los hombres ni por el buque, el comandante se arrojó al agua. Previo a ello lo hizo un suboficial, que permaneció con el comandante hasta el último momento. Ambos nadaron hasta un grupo de balsas, que los aguardaban con el riesgo de ser absorbidas por el gran vacío que produciría el crucero al hundirse.

La escora de 60º preanunciaba el hundimiento. Un denso humo blanco saliendo del interior aumentó el dramático momento que se avecinaba. El rápido avance del anochecer y la disminución de visibilidad ayudaban a ocultar el fin de un gran buque. Ya nadie fuera de las balsas quedaba con vida. Las preocupaciones y problemas comenzaron a estar confinados dentro de cada pequeño recinto. La evolución de los heridos graves pasaba a convertirse en un desafío para quienes compartirían las horas futuras.

El día 2 de Mayo a las 17 horas fue el instante de su hundimiento, momento en que también estuvo presente la nobleza en la vida de este gran buque. Respetando una vez más la vida de sus hombres, esperó que se completara el abandono y cuando las 9.000 toneladas de agua que lo inundaron en poco menos de una hora lo tumbaron definitivamddeente, giró con suavidad hacia las profundidades sin afectar ninguna de las balsas que lo rodeaban.


El recuerdo y reconocimiento permanente

En 1982, en ocasión del conflicto por las Malvinas Argentinas, su tripulación, que contaba con 1093 hombres de los cuales 323 pasaron a la gloria eterna aquel 2 de mayo, estaba constituida por hijos de todas las provincias argentinas, los que son recordados con orgullo por alumnos de innumerables escuelas bautizadas con su nombre o algunos de los héroes que ofrendaron su vida, dando nombre propio a la gesta que ya forma parte de la historia argentina.

Además de bautizar a escuelas y plazas argentinas con el nombre del buque, hay otros reconocimientos que se destacan, como las condecoraciones otorgadas:

La Nación Argentina al Muerto en Combate a los 323 Héroes otorgada post-mortem y fueron recibidas por sus seres queridos.

La Nación Argentina al herido en combate recibidas por los 18 heridos de gravedad.

Honor al valor en Combate al Crucero ARA General Belgrano.

Al esfuerzo y la abnegación a cada tripulante de la dotación


sábado, 3 de abril de 2010

Discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner - 2 de abril de 2010 -


Con un nuevo reclamo a Gran Bretaña para que cumpla con las resoluciones de la ONU que llaman a Londres a retomar los diálogos con la Argentina sobre la soberanía de las islas Malvinas, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezó este mediodía en Ushuaia el acto central por el 28° aniversario del inicio de la guerra en el Atlántico Sur.

En su discurso, la mandataria llamó a "ejercer con inteligencia y perseverancia una tarea en todos los frentes y en todos los foros nacionales e internacionales para plasmar la injusticia, la incoherencia, de un país que quiere vivir en paz y respetar las fronteras pero que, por tener un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, no respeta las resoluciones de las mismas Naciones Unidas". Y, como ya lo había hecho en otras oportunidades, reclamó: "Este doble estándar tiene que ser revisado".

Cristina llegó a Ushuaia unos minutos antes de las 12 y, en la plaza de los ex combatientes, presidió junto a la gobernadora Fabiana Ríos y la ministra de Defensa, Nilda Garré, el acto central por el aniversario de la ocupación militar argentina de las islas Malvinas que derivó en la guerra con el Reino Unido que en 74 días dejó 907 muertos: 649 argentinos, 255 británicos y tres isleños.

"Pretender soberanía a 14.000 kilómetros de distancia no es sostenible ni histórica, ni jurídica ni geográficamente, pero por sobre todo, no es sostenible por el sentido común", sostuvo la Presidenta antes de apuntar contra la postura británica: "No es un ejercicio de soberanía sino de colonialismo, tal vez el último".

Calificó de "ridículas" a las acusaciones de que el país pueda pretender "tomar militarmente las islas". Y convocó a defender la soberanía argentina de Malvinas "esencialmente en el derecho internacional, en el reclamo justo y en paz".

"No puede ser que se les reclame a otros países más débiles el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas en todos los ámbitos y uno más fuerte las violes sistemáticamente desde 1965", insistió y concluyó: "Tenemos autoridad moral, institucional e histórica para reclamar sin pausa que (los británicos) cumplan las resoluciones (de la ONU) si es cierto que quieren un mundo civilizado y en paz".

Desde la medianoche, se realizó en el lugar una vigilia en la que se sucedieron distintos actos, entre los que hubo discursos de ex combatientes y un festival de homenaje que arrancó a la una de la madrugada y en el que actuaron el ex Serú Giran David Lebon y 12 músicos de cámara del Teatro Colón y grupos locales de folklore y danzas ante un público reducido que soportó la lluvia y las ráfagas gélidas de viento de la cordillera.

Este 2 de abril -Día del Veterano de Guerra- encuentra a la Argentina y el Reino Unido en una nueva escalada por las exploraciones hidrocarburíferas que de manera unilateral iniciaron británicos e isleños en aguas de Malvinas. Ello generó una ola de protestas y pedidos de apoyo del Gobierno en la esfera internacional, y hasta un pedido de mediación por parte de Cristina a los Estados Unidos para que los británicos acepten hablar de la disputa de soberanía. El punto inquietó en Londres, donde hasta se deslizaron hipótesis de enfrentamiento bélico.

El gobierno de los Kirchner ha sido tan malvinero como el de Carlos Menem. Pero las políticas respecto a Londres son inversas. En 2003 se acabó la política de "seducción" de los 90 hacia los isleños. Se instauró entonces la firmeza en áreas de vuelos, pesca e hidrocarburos. De hecho, Cristina impuso un decreto en febrero que refuerza los controles para buques que hagan negocios con la industria petrolera de Malvinas. El martes, había prometido ante los familiares dar "batalla eterna" para recuperar la soberanía de las islas

Petroleo en Malvinas


El diario The Times confirma que no se ha encontrado cantidad comerciable del crudo y la exploración en la cuenca norte ha fracasado. Es el primer pozo de cuatro que se espera que la plataforma Ocean Guardian explore, pero no indica que el resto de los pozos corra la misma suerte....
Los primeros pozos al norte de Malvinas han dado un resultado deplorable: se han encontrado una cantidad de barriles recuperables por debajo del nivel esperado, haciendo nula la posibilidad de comercilización. La plataforma ha costado más de 8 millones de dólares mantenerla activa desde que llegó al sur del Mar Argentino. Las acciones de la empresa Desire Petroleum caen estrepitosamente.

El 10 de febrero pasado publicamos: "Detrás del supuesto negocio, Gran Bretaña conoce bien que esas aguas jamás fueron parte de la disputa por Malvinas hasta que de forma unilateral avanzó 200 millas. Una acción como la que comenzará la semana próxima, será otro gran paso para que en la práctica, Gran Bretaña sea el dueño de esa porción de territorio.
No tanto por las riquezas que pueda representarle, pues 5 o 6 mil millones de barriles no representan grandes ganancias si se considera el gasto a realizar de traer los materiales desde Gran Bretaña, a 9 mil kilómetros de distancia. Proveer de Fuerzas Armadas que controlen la zona "por si acaso", y los gastos de exploración y perforación, disminuirá bastante las ganancias.
Más bien, detrás del negocio existe una jugada política para observar como se desenvuelve Argentina ante los hechos que ponen en jaque su soberanía territorial. Probar, evaluar. Si la reacción de Cancillería no es severa, pues entonces seguirán e irán por más recursos y territorio. También probar la reacción popular ante tamaño saqueo en frente de sus narices. Si todo se desenvuelve de forma aceptable, ya no las Malvinas, sino que medio Mar Argentino se afianzará en las manos de Inglaterra y con ella a manos de los países de la Unión Europea."
El diario británico The Times publica en el día de hoy, en una nota titulada "La fiebre del petróleo en las Malvinas se enfría Desire Petroleum y fracasos":
El primer pozo perforado en las Islas Malvinas no es suficiente para ser comercialmente viable.
Desire Petroleum, el explorador del Reino Unido, se espera que anuncie los resultados decepcionantes de esta semana, según fuentes de la industria. Desire espera anunciar que el pozo perforado en su perspectiva Liz es "técnicamente exitoso", lo que significa que encontró petróleo, pero que es "no comercial", en el sentido de que el petróleo no es suficiente para justificar el desarrollo del campo.
La compañía declinó hacer comentarios. Fuentes cercanas a la empresa dijeron que no habían terminado la perforación, pero los signos no son alentadores. Una fuente expresó: "No es un plumero [un pozo seco], pero no es un éxito comercial."
Es el primer pozo de cuatro que se espera que la plataforma Ocean Guardian explore, y ha fracasado, pero no indica que el resto de los pozos corra la misma suerte.
Rockhopper Exploration perforará el pozo "León" el próximo mes. Que será seguido por un pozo de la Falkland Oil and Gas.
Se espera que las acciones de la Desire Petroleum bajen estrepitosamente este lunes. Los inversores se irán a la quiebra si no llegaran a encontrar ningún pozo comercializable.
Fuente El Malvinense

ACTO 2 DE ABRIL DE 2010


En la mañana del viernes, cuando se cumplieron 28 años del inicio de la heroica gesta, se llevó a cabo el acto por el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”. Por las condiciones climáticas reinantes el mismo se desarrolló en la sede de la Sociedad Italiana “Cesare Barttisti” donde se dieron cita el intendente municipal acompañado por secretarios del ejecutivo, el legislador departamental Arq. José Luis Scarlatto, ex combatientes, familiares de los caídos, representantes de distintas instituciones de nuestro medio, los abanderados y directivos de las escuelas de nivel primario y medio de la localidad además de público en general. Luego de entonarse las estrofas del himno nacional se escucharon las palabras de Gustavo Mayón en nombre de los soldados que defendieron la patria en 1982. Remarcó el agradecimiento hacia la comunidad de Hernando puesto que “aquí cada 2 de abril se recuerda a los soldados mientras que en otras localidades no sucede lo mismo”. Además señaló que “este es un año especial por tratarse del bicentenario de la patria y por ello se debe recordar siempre a aquellos que expusieron y hasta dieron por honor lo más preciado: su vida, ellos son los dignos centinelas que comprometen al gobierno para seguir con el inclaudicable reclamo de soberanía sobra las islas”. Posteriormente hizo uso de la palabra Liliana Hayas, alumna de 2º año del CENMA tras lo cual se escuchó el discurso del intendente municipal Lic. Sergio Coser. Un minuto de silencio en recuerdo de Horacio Guiraudo y Fabricio Carrascull, soldados caídos en combate, marcó el final del acto. Por último las autoridades, familiares y representantes de instituciones del medio depositaron distintas ofrendas florales en el monumento ubicado en la intersección de Colón e Italia. Allí el padre Sebastián Luna realizó una oración en honor a los héroes hernandenses. La lluvia que se inició en ese momento marcó la desconcentración de los asistentes.

Pelicula "Locos de la Bandera "