El 2 de Mayo a las 17 se hundió y se llevó consigo la vida de 323 argentinos. Dicen que el buque esperó que se completara el abandono y cuando las 9.000 toneladas de agua que lo inundaron en menos de una hora lo tumbó definitivamente, giró con suavidad hacia las profundidades sin afectar ninguna de las balsas que lo rodeaban.
El Belgrano
El crucero “Belgrano” fue botado el 12 de marzo de 1938 en los Estados Unidos, con el nombre de “Phoenix”, en homenaje a la
ciudad homónima, capital del Estado de Arizona. En 1950 fue adquirido junto a otra unidad gemela, el crucero A.R .A. “9 de julio”, por el estado argentino. El 12 de abril de 1951 se realizó en la Base Naval de Filadelfia, la afirmación del pabellón, pasando a llamarse “17 de octubre”.
Finalmente ambos cruceros arribaron a aguas argentinas el 5 de diciembre de 1951, conformando la fuerza de los cruceros. El 24 de octubre de 1952, en el puerto de Buenos Aires, recibió en donación su bandera de guerra, del entonces Ministerio de Aeronáutica.
Este pabellón lo acompañó en los cuarenta y dos años de servicio que le dio a la Armada Argentina. Hoy este pabellón se encuentra junto a su casco en la profundas y gélidas aguas del Atlántico Sur.
En septiembre de 1955, cambio su nombre por el de “Crucero Belgrano”, nombre ligado a la tradición naval. En 1969 fue designado buque insignia de la Flota de Mar, desde entonces cumplió funciones de búsqueda y salvamento; como buque logístico y transporte de tropas, entre otras. Por sus cubiertas navegaron más de diez mil hombres de la Armada.
Malvinas, su participación y desenlace
Desencadenados los hechos del 2 de abril de 1982, zarpó el 16 de ese mes hacia el sur con rumbo a la Isla del os Estados con la misión de defender la línea de costa de un eventual desembarco inglés. Además debía vigilar los accesos australes al teatro de operaciones Malvinas e interceptar unidades que intentaran acceder.
El 22 de abril con el fin de mantener su reserva de combustible y efectuar un reabastecimiento logístico atracó en Ushuaia, su ultimo puerto. Zarpó al amanecer del día 24 rumbo al norte de la Isla de los Estados donde se reunió con los destructores ARA “Piedrabuena” y Bouchard”; el aviso ARA “Gurruchaga” y el petrolero YPF “Puerto Rosales”.
El 2 de mayo lo sorprendió navegando al sur del banco Burwood. A las 5.30 el crucero recibió la orden de poner rumbo hacia el oeste. A las 16.01 de ese día un torpedo hizo impacto en su casco y un segundo torpedo arrancó prácticamente 15 metros de su proa. Inmediatamente comenzó su inclinación hacia babor, cesó su fuerza motriz y se apagaron sus luces.
Su escora comenzó a ser más pronunciada, en tanto que su tripulación se agrupó en cubierta.
En varias oportunidades los tripulantes bajaban a cubiertas inferiores para prestar ayuda, por lo cual nadie pasible de ser socorrido quedó sin asistencia. A las 16.20 su comandante dio la orden de abandono.
Por ese momento el crucero tenía ya una inclinación de más de 20 grados y comenzaba a hundirse. Su hundimiento se produjo definitivamente a las 17 horas. Casi un día después las unidades de rescate encontraron las balsas salvavidas. De los náufragos 770 salvaron su vida mientras que 323 tripulantes ofrendaron su vida, convirtiéndose en héroes nacionales al cumplir el juramento de dar la vida por nuestra Patria.
El lugar de hundimiento del Crucero ARA General Belgrado fue declarado por el Congreso Nacional en 2001 como lugar histórico nacional y tumba de guerra.
La nobleza del buque
El 2 de mayo de 1982, el buque de la Armada Argentina General Belgrano se hundía en el Altlántico Sur, cuando participaba de la guerra de Malvinas.
Después del impacto de torpedos de las tropas inglesas, los heridos fueron transbordados a las balsas en delicada maniobra mientras las escalas, redes, cabos de cáñamo o saltar sobre el techo reforzado, fueron variantes usadas para llegar a las balsas por quienes conservaban sus energías.
Algunas embarcaciones pegadas al casco por estribor encontraron que el viento les dificultaba despegarse y otras fueron arrastradas hacia la proa destruida; una de ellas terminó pinchándose con las astillas de acero y los ocupantes debieron lanzarse al agua para llegar a otras balsas.
En ese intento cada uno perdió más del 50% de la capacidad motora y la ayuda debió multiplicarse para izarlos a bordo casi inanimados.
El movimiento provocado por las olas hizo imposible mantener amarradas entre sí a las balsas y debieron cortarse rápidamente las sogas que las unían por grupos, a fin de evitar que se rompieran los flotadores. Esa misma marejada impidió la visión y comunicación entre las balsas. Algunas quedaron sobrecargadas con treinta personas y otras subocupadas con no más de tres.
La popa sumergida y la gran escora anunciaban una vuelta campana del buque que podría formar un vacío y arrastrar al fondo del mar las balsas más cercanas. Ese riesgo aumentaba minuto a minuto. Gruesos chorros de vapor escapaban por las aberturas y muchos escucharon explosiones, posiblemente por el contacto del hierro caliente con los 0º C de temperatura del agua de mar.
Cuando ya nada quedaba por hacer a bordo, ni por los hombres ni por el buque, el comandante se arrojó al agua. Previo a ello lo hizo un suboficial, que permaneció con el comandante hasta el último momento. Ambos nadaron hasta un grupo de balsas, que los aguardaban con el riesgo de ser absorbidas por el gran vacío que produciría el crucero al hundirse.
La escora de 60º preanunciaba el hundimiento. Un denso humo blanco saliendo del interior aumentó el dramático momento que se avecinaba. El rápido avance del anochecer y la disminución de visibilidad ayudaban a ocultar el fin de un gran buque. Ya nadie fuera de las balsas quedaba con vida. Las preocupaciones y problemas comenzaron a estar confinados dentro de cada pequeño recinto. La evolución de los heridos graves pasaba a convertirse en un desafío para quienes compartirían las horas futuras.
El día 2 de Mayo a las 17 horas fue el instante de su hundimiento, momento en que también estuvo presente la nobleza en la vida de este gran buque. Respetando una vez más la vida de sus hombres, esperó que se completara el abandono y cuando las 9.000 toneladas de agua que lo inundaron en poco menos de una hora lo tumbaron definitivamddeente, giró con suavidad hacia las profundidades sin afectar ninguna de las balsas que lo rodeaban.
El recuerdo y reconocimiento permanente
En 1982, en ocasión del conflicto por las Malvinas Argentinas, su tripulación, que contaba con 1093 hombres de los cuales 323 pasaron a la gloria eterna aquel 2 de mayo, estaba constituida por hijos de todas las provincias argentinas, los que son recordados con orgullo por alumnos de innumerables escuelas bautizadas con su nombre o algunos de los héroes que ofrendaron su vida, dando nombre propio a la gesta que ya forma parte de la historia argentina.
Además de bautizar a escuelas y plazas argentinas con el nombre del buque, hay otros reconocimientos que se destacan, como las condecoraciones otorgadas:
La Nación Argentina al Muerto en Combate a los 323 Héroes otorgada post-mortem y fueron recibidas por sus seres queridos.
La Nación Argentina al herido en combate recibidas por los 18 heridos de gravedad.
Honor al valor en Combate al Crucero ARA General Belgrano.
Al esfuerzo y la abnegación a cada tripulante de la dotación
El Belgrano
El crucero “Belgrano” fue botado el 12 de marzo de 1938 en los Estados Unidos, con el nombre de “Phoenix”, en homenaje a la
ciudad homónima, capital del Estado de Arizona. En 1950 fue adquirido junto a otra unidad gemela, el crucero A.R .A. “9 de julio”, por el estado argentino. El 12 de abril de 1951 se realizó en la Base Naval de Filadelfia, la afirmación del pabellón, pasando a llamarse “17 de octubre”.
Finalmente ambos cruceros arribaron a aguas argentinas el 5 de diciembre de 1951, conformando la fuerza de los cruceros. El 24 de octubre de 1952, en el puerto de Buenos Aires, recibió en donación su bandera de guerra, del entonces Ministerio de Aeronáutica.
Este pabellón lo acompañó en los cuarenta y dos años de servicio que le dio a la Armada Argentina. Hoy este pabellón se encuentra junto a su casco en la profundas y gélidas aguas del Atlántico Sur.
En septiembre de 1955, cambio su nombre por el de “Crucero Belgrano”, nombre ligado a la tradición naval. En 1969 fue designado buque insignia de la Flota de Mar, desde entonces cumplió funciones de búsqueda y salvamento; como buque logístico y transporte de tropas, entre otras. Por sus cubiertas navegaron más de diez mil hombres de la Armada.
Malvinas, su participación y desenlace
Desencadenados los hechos del 2 de abril de 1982, zarpó el 16 de ese mes hacia el sur con rumbo a la Isla del os Estados con la misión de defender la línea de costa de un eventual desembarco inglés. Además debía vigilar los accesos australes al teatro de operaciones Malvinas e interceptar unidades que intentaran acceder.
El 22 de abril con el fin de mantener su reserva de combustible y efectuar un reabastecimiento logístico atracó en Ushuaia, su ultimo puerto. Zarpó al amanecer del día 24 rumbo al norte de la Isla de los Estados donde se reunió con los destructores ARA “Piedrabuena” y Bouchard”; el aviso ARA “Gurruchaga” y el petrolero YPF “Puerto Rosales”.
El 2 de mayo lo sorprendió navegando al sur del banco Burwood. A las 5.30 el crucero recibió la orden de poner rumbo hacia el oeste. A las 16.01 de ese día un torpedo hizo impacto en su casco y un segundo torpedo arrancó prácticamente 15 metros de su proa. Inmediatamente comenzó su inclinación hacia babor, cesó su fuerza motriz y se apagaron sus luces.
Su escora comenzó a ser más pronunciada, en tanto que su tripulación se agrupó en cubierta.
En varias oportunidades los tripulantes bajaban a cubiertas inferiores para prestar ayuda, por lo cual nadie pasible de ser socorrido quedó sin asistencia. A las 16.20 su comandante dio la orden de abandono.
Por ese momento el crucero tenía ya una inclinación de más de 20 grados y comenzaba a hundirse. Su hundimiento se produjo definitivamente a las 17 horas. Casi un día después las unidades de rescate encontraron las balsas salvavidas. De los náufragos 770 salvaron su vida mientras que 323 tripulantes ofrendaron su vida, convirtiéndose en héroes nacionales al cumplir el juramento de dar la vida por nuestra Patria.
El lugar de hundimiento del Crucero ARA General Belgrado fue declarado por el Congreso Nacional en 2001 como lugar histórico nacional y tumba de guerra.
La nobleza del buque
El 2 de mayo de 1982, el buque de la Armada Argentina General Belgrano se hundía en el Altlántico Sur, cuando participaba de la guerra de Malvinas.
Después del impacto de torpedos de las tropas inglesas, los heridos fueron transbordados a las balsas en delicada maniobra mientras las escalas, redes, cabos de cáñamo o saltar sobre el techo reforzado, fueron variantes usadas para llegar a las balsas por quienes conservaban sus energías.
Algunas embarcaciones pegadas al casco por estribor encontraron que el viento les dificultaba despegarse y otras fueron arrastradas hacia la proa destruida; una de ellas terminó pinchándose con las astillas de acero y los ocupantes debieron lanzarse al agua para llegar a otras balsas.
En ese intento cada uno perdió más del 50% de la capacidad motora y la ayuda debió multiplicarse para izarlos a bordo casi inanimados.
El movimiento provocado por las olas hizo imposible mantener amarradas entre sí a las balsas y debieron cortarse rápidamente las sogas que las unían por grupos, a fin de evitar que se rompieran los flotadores. Esa misma marejada impidió la visión y comunicación entre las balsas. Algunas quedaron sobrecargadas con treinta personas y otras subocupadas con no más de tres.
La popa sumergida y la gran escora anunciaban una vuelta campana del buque que podría formar un vacío y arrastrar al fondo del mar las balsas más cercanas. Ese riesgo aumentaba minuto a minuto. Gruesos chorros de vapor escapaban por las aberturas y muchos escucharon explosiones, posiblemente por el contacto del hierro caliente con los 0º C de temperatura del agua de mar.
Cuando ya nada quedaba por hacer a bordo, ni por los hombres ni por el buque, el comandante se arrojó al agua. Previo a ello lo hizo un suboficial, que permaneció con el comandante hasta el último momento. Ambos nadaron hasta un grupo de balsas, que los aguardaban con el riesgo de ser absorbidas por el gran vacío que produciría el crucero al hundirse.
La escora de 60º preanunciaba el hundimiento. Un denso humo blanco saliendo del interior aumentó el dramático momento que se avecinaba. El rápido avance del anochecer y la disminución de visibilidad ayudaban a ocultar el fin de un gran buque. Ya nadie fuera de las balsas quedaba con vida. Las preocupaciones y problemas comenzaron a estar confinados dentro de cada pequeño recinto. La evolución de los heridos graves pasaba a convertirse en un desafío para quienes compartirían las horas futuras.
El día 2 de Mayo a las 17 horas fue el instante de su hundimiento, momento en que también estuvo presente la nobleza en la vida de este gran buque. Respetando una vez más la vida de sus hombres, esperó que se completara el abandono y cuando las 9.000 toneladas de agua que lo inundaron en poco menos de una hora lo tumbaron definitivamddeente, giró con suavidad hacia las profundidades sin afectar ninguna de las balsas que lo rodeaban.
El recuerdo y reconocimiento permanente
En 1982, en ocasión del conflicto por las Malvinas Argentinas, su tripulación, que contaba con 1093 hombres de los cuales 323 pasaron a la gloria eterna aquel 2 de mayo, estaba constituida por hijos de todas las provincias argentinas, los que son recordados con orgullo por alumnos de innumerables escuelas bautizadas con su nombre o algunos de los héroes que ofrendaron su vida, dando nombre propio a la gesta que ya forma parte de la historia argentina.
Además de bautizar a escuelas y plazas argentinas con el nombre del buque, hay otros reconocimientos que se destacan, como las condecoraciones otorgadas:
La Nación Argentina al Muerto en Combate a los 323 Héroes otorgada post-mortem y fueron recibidas por sus seres queridos.
La Nación Argentina al herido en combate recibidas por los 18 heridos de gravedad.
Honor al valor en Combate al Crucero ARA General Belgrano.
Al esfuerzo y la abnegación a cada tripulante de la dotación
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