El primer mensaje de Feliz Navidad y próspero 2011 que el premier conservador David Cameron acaba de enviar a los habitantes de las Islas Malvinas desnuda una vez más a los ojos del mundo las insalvables contradicciones en que sigue atrapada Gran Bretaña en su litigio con Argentina. Qué clase de paz navideña se puede desear confirmando el gran despliegue militar en el Atlántico Sur? ¿Qué clase de “constructivas relaciones de trabajo” se pueden tener con Argentina si se promete a los isleños cosechar ganancias de explotaciones petrolíferas ilegales? ¿Qué cooperación cabal sobre economía o cambio climático puede haber si Londres ignora las resoluciones más elementales sobre descolonización de la propia ONU? ¿Cómo se puede –pese a todo ello- continuar siendo miembro con veto del Consejo de Seguridad? En las Naciones Unidas no ha sorprendido el mensaje de Cameron a la población británica que habita las Malvinas: “No puede haber ni habrá negociaciones sobre la soberanía de las islas”: eso significa sin más que Inglaterra no cumplirá con lo dispuesto por las resoluciones de la Asamblea General. Este nuevo gobierno británico desaira con desden la posibilidad de llevar adelante el lógico proceso de negociación -pacífico y diplomático- propio de las democracias modernas. Pero el mandato de las ONU es claro: las dos partes de la disputa -la Argentina y el Reino Unido- deben llevar adelante “sin demora” una negociación orientada a encontrar una solución pacifica a la disputa de soberanía sobre las islas, teniendo en cuenta los intereses de su población”. Hace medio siglo, la Asamblea General aprobaba la “Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos coloniales”, el instrumento que rigió todo el proceso descolonizador en defensa de pueblos hasta allí sometidos o subyugados por un poder colonial y contra la usurpación de territorios. CASO “ESPECIAL” Y “PARTICULAR” Y en 1965 la Asamblea fue más allá al considerar la “Cuestión Malvinas” un caso “especial y particular”, diferente de otros antecedentes de colonialismo en los que resulta aplicable el principio de autodeterminación, porque no existe allí un pueblo sujeto a la dominación o explotación extranjera. Para el caso rige el otro principio rector de la descolonización: la integridad territorial. Por eso Cameron afirma taxativamente que “no puede haber ni habrá negociaciones sobre la soberanía de las islas”, pero luego juega luego al distraído e introduce el matiz “a menos que los isleños lo quieran”. Ahora bien, ¿quiénes son los isleños? ¿Es un pueblo al que hay que liberar de la opresión colonialista? No, estamos hablando de una población implantada luego de desalojar militarmente a la argentina que allí vivía. Está constituida por ciudadanos británicos cuya principal tarea es la de bloquear, a través de su Parlamento cualquier intento de la comunidad internacional por reabrir las negociaciones entre su país y la Argentina. Cameron sabe que los “isleños” son una población con una importante proporción de soldados que están allí, más que para defender la colonia, para sostener la exploración ilegal de recursos en las aguas del Atlántico Sur y resguardar los intereses estratégico-militares de la Corona británica. El Consejo de Seguridad de la ONU es el órgano competente para atender, con exclusividad, todo lo referido a la paz y seguridad internacionales. Gran Bretaña y su nuevo primer ministro también saben eso. Gozar de ese estatus debiera -en lugar de dar rienda suelta a los abusos- obligar de modo ejemplar a quienes lo detentan. Por el contrario, pareciera que Inglaterra se empeña en desafiar lo dispuesto por la comunidad internacional. Y lo hace basada en la relación de poder mundial que todavía la favorece. Va llegando el tiempo en que la comunidad internacional se pregunte si haber ganado una guerra hace 60 años es mérito suficiente para integrar el Consejo de Seguridad en el siglo XXI. Ser miembro del Consejo no puede suponer un “bill de indemnidad” para ignorar disposiciones de la Asamblea General, el escenario máximo de la diplomacia mundial. La reforma del Consejo de Seguridad está, desde hace años, en debate, no sólo sobre cuántos nuevos miembros debe tener sino también en qué condición deben sumarse. De la mano de este ejercicio comienza a tomar forma otra idea: hay Estados que no debieran formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. ¿Cuáles? En primer lugar aquellos que -basados en su poderío- violentan las decisiones que toma la comunidad internacional, conforme a los mecanismos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Imaginemos alguno. En momentos en que la ONU avanza hacia una mayor legitimidad y representatividad de todos sus organismos, el mensaje de Cameron sobre Malvinas desnuda una de las contradicciones más evidentes y riesgosas para Gran Bretaña. Sus afirmaciones y negaciones se destruyen recíprocamente a la vista de toda la comunidad internacional. Aunque las reivindicaciones argentinas sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur no necesiten semejantes contradicciones para saberse justas y legítimas, de aquí hasta su inevitable reconocimiento. *Embajador. Representante Permanente de la Argentina ante la ONU |
En este blog encontraras todo lo relacionado con la Guerra de Malvinas y sus participantes, actividades del Centro de Veteranos de Guerra y Familiares de Caidos,de la localidad de Hernando.(Cba), en homenaje a quienes dieron la vida por Malvinas, en especial a Fabricio Carrascull y Horacio Giraudo.
miércoles, 12 de enero de 2011
Un mensaje que desnuda las contradicciones británicas
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